Carlos Blanco cuenta una historia y te atrapa el deseo de que no termine nunca. La poesía de Carlos es el sentido común, una artista generosa para todos los públicos que cuesta un triunfo, vencerte a ti mismo.
Cuando un guión de Carlos te toca, quieres llorar y reír con libertad, sales de la película con ganas de ser mejor persona, y más amigo de tu corazón, que con tanta pasión se empeña en defender tu vida.
Carlos encontró en el cine un amigo, un héroe de la imaginación que, como él, se ha jugado la vida por la dignidad en todo lo que hace, con una pasión cervantina. Para Carlos, Cervantes es un hermano, un compañero de camino en las armas y las letras de la magia amarga de vivir que no tiene época, sólo ganas.
De Hollywood a Cinecittà, siempre fue una mujer quien le hizo un gigante admirado de la belleza, entregado al desafío de escribir mil y una veces. Ha contado la historia de nuestro país desconocido, con el coraje de su maestra, como el secreto de alcoba de una mujer valiente con quien siempre merece la pena una noche más de amor real en lo oscuro.
Carlos sonríe con ese placer amado, cuando cuenta en el café de la tarde su trabajo de la mañana, lo que escrito ya vive y moldea ahora en carne y hueso en una sobremesa hechizante con sus manos de actor consumado.
Si además de tu maestro es tu amigo, eres un enamorado del amanecer, otro de sus quijotes, un cuentista de por vida. |