Isidro, su padre, además de impartir clases para niños, por la noche enseña a adultos a leer y escribir. Los mineros son los más interesados en aprender. El 14 de abril del 31 Carlos les ve encaramados a los tranvías, ocupando hasta el techo y locos de alegría. Tiene 14 años y ya sabe que el hambre, las alpargatas y el analfabetismo son injustos. Entiende el tremendo revolcón que sufre la monarquía y da valor a la forma en que Alfonso XIII abdica evitando un baño de sangre.